La transformación se produce en las relaciones.

Las buenas relaciones

pueden cambiar el mundo.

¿Desde que punto de vista te ves a ti, a los otros y al mundo?

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¿LAS RELACIONES AFECTAN A NUESTRA CREATIVIDAD?

Quiero hablarte de 8 necesidades humanas que intervienen en nuestras relaciones a lo largo de toda la vida. A veces logramos satisfacerlas y a veces no. No son necesidades que podemos abastecer por nosotros mismos, como respirar o comer… son necesidades EN LAS RELACIONES. Necesitamos estar en relación para que sean atendidas. Necesitamos a «Otro». Como somos mamíferos, animales de manada, seres sociales, las relaciones tienen un profundo impacto en nuestras vidas, y en nuestra capacidad de crear algo nuevo en el ámbito de esas relaciones.  Nos afectan las relaciones porque desde que brotamos como una flor en este mundo ya nos estamos relacionando. Vivimos en un sistema de relaciones con los objetos, con las personas, con los lugares, con nuestros antepasados, con nuestros recuerdos etc. En esas relaciones es donde puede emerger y hacer impacto nuestra creatividad, si aprendemos a vivir creativamente.

 

Algunas de las características de personalidad de una persona que llamamos «creadora», y eso es aplicable a la creatividad cotidiana también, son la perseverancia, la capacidad de asumir riesgos, estar abierto a la experiencia, ser tolerante con la ambigüedad y tener confianza en uno mismo. Como decíamos, todas estas potenciales aptitudes se pueden ver afectadas por la calidad de las relaciones en las que crecemos. Y hay 8 necesidades que condicionan la calidad de nuestras relaciones pasadas y presentes.

 

Pero antes de ennumerar las 8 necesidades relacionales, y cómo pueden condicionar nuestra creatividad, quiero ponerlo en contexto…

 

Todo en lo que creemos se basa en supuestos, pre-supuestos, en ideas y conceptos que asumimos como verdaderos. Y a partir de esos supuestos construimos nuestra realidad, lo que para nosotros es real y lo que no, lo que decidimos que es verdad y lo que no. Eso incluye la forma con que interpreto lo que los demás me dicen o me hacen, la forma con que interpreto los acontecimientos que me rodean… y también la forma con que interpreto mis pensamientos y el concepto de quién yo soy.

 

Si siempre he creído que no soy creativo esa será probablemente mi realidad hoy: «Yo no soy creativo, otros sí.» – me diré a mí mismo.

 

¿Cómo se generó esa creencia?

 

Ningún bebé nace creyendo que no es creativo. De una forma muy elemental es creativo, su espontaneidad es intuitiva e ingeniosa, aunque no esté todavía suficientemente desarrollado ni posea un pensamiento reflexivo como para hacer algo culturalmente novedoso con esa espontaneidad. ¡Le quedan unos años para eso! Pero la esencia está en él, o ella.

 

Los seres humanos poseemos este ingenio innato que nos impulsa a hacer conexiones entre ideas para encontrar soluciones. Este modo de pensamiento innato es inicialmente desordenado y caótico, como lo es el Universo. Y sabemos que la explicación mecanicista de un Universo ordenado y lineal se demostró obsoleta. Por ello que para estudiar la creatividad necesitamos huir de la linealidad.

 

Hoy en día la teoría del caos y de los sistemas complejos ofrecen una nueva mirada para los procesos creativos, y del mismo modo la noción de incertidumbre es clave para comprender la creatividad hoy. Porque la creatividad no es lineal, es exponencial, y está determinada por múltiples factores, entre ellos la personalidad y el entorno. De ambos aspectos os hablaré aquí.

 

Así que nacemos como un amasijo de sensaciones desordenadas, necesidades innatas, hambres, emociones, reacciones, comportamientos que no están organizados. La necesidad del ser humano por tener estructura, por anticiparse a los peligros y cuidar de sí mismo le impulsa a clasificar las cosas de este mundo y automatizar procesos. Eso es fundamental para su supervivencia, y hace que más adelante vaya ordenando lo que percibe del mundo exterior y lo que ocurre en su mundo interior nombrando las cosas y relacionándolas. Y adquiere además un pensamiento reflexivo desde el que observar la propia experiencia, poner palabras, dar sentido y conexión al desorden y traducirlo en conceptos útiles para la vida social. Todo este proceso es para mí parte del proceso creativo vital. Un proceso mucho más amplio que la creatividad aplicada las artes o a la ciencia exclusivamente. Es la creatividad aplicada a también al ámbito personal y social, y a la vida cotidiana, en general.

 

Así que yo parto de un supuesto: Todos somos creativos. Es un don el de crear, con el que todos nacemos, y eventualmente podemos aprender (o no) a acompañarlo por una «forma de pensar», la actitud creativa, que todos podemos desarrollar en una medida u otra.

 

Para mí la creatividad personal y cotidiana empieza en una actitud, la de estar abierto a la experiencia, la de acompañar el fluir de los acontecimientos sin juzgarlos… y el encuentro, desde la reflexión, de soluciones o respuestas a los problemas que la vida nos plantea, encontrando respuestas flexibles con los recursos que disponemos.

 

Los niños hacen eso todo el rato de una forma muy básica y no se juzgan por tener «malas ideas». Intentan meter objetos por cajas con agujeros, luego rompen la caja y consiguen abrirla y meter el objeto, y eso es un intento creativo y maravilloso de resolver el problema. Una persona mayor le diría que eso no se hace al niño y poco a poco, si esa reacción es la que impera, el niño irá aprendiendo a que lo que se le ocurre «no es bueno».  Por naturaleza, el niño no piensa que romper la caja es algo avergonzante, confía en su instinto, no lo juzga. El niño es curioso, está abierto a la experiencia porque no es capaz de separarse de ella. No tiene una idea preconcebida sobre las formas o procesos de las cosas, las descubre siguiendo el camino de la curiosidad. Ese camino que muchos adultos cambian más adelante por el camino del miedo.   Si esa capacidad de curiosear, de explorar, de fluir y resolver y aplicar se enquista, se cuestiona, y se vuelve rígida se enquista también el desarrollo de nuestra naturaleza creativa, de nuestro potencial creativo.

 

Con los años ese don natural se puede sumar a nuestros conocimientos adultos, y desarrollamos la capacidad de elaborar ideas más complejas. Y creeremos en nuestras ideas nuevas si esa llama del potencial creativo sigue viva. Si confiamos en nuestro proceso creativo no juzgaremos los pensamientos irracionales ni el orden en el que llegan a nuestra consciencia, que es lo que hacen muchas personas que se consideran no-creativas, porque ese impulso natural hacia la creatividad no está obturado.

 

Habrá personas que tenderán entonces a «ser más creativas» entre otras cosas porque mantienen una actitud creativa. Y otras que tenderán a agarrarse a lo establecido y dejar que esas otras mentes inventoras sean las que abran nuevos caminos. ¿Qué es diferente en la personalidad de cada uno?

 

Por ejemplo, un científico o un artista que no ha perdido el contacto con su creatividad natural no se quedará fijado en lo establecido y no temerá mirar lo que conoce desde otras perspectivas. Sus ideas creativas emergerán de forma natural porque confiará que son valiosas, aunque sean disparatadas en ese momento. Y sobre esas ideas vendrán otras, se formarán nuevas conexiones… el proceso creativo fluirá sin interrupciones y tal vez en un instante inesperado alguna de esas ideas encaje con la solución buscada.

 

 

El proceso creativo acompañado por la actitud creativa pasará probablemente por 4 etapas que son más o menos conocidas por todos: Primero hay un problema que necesita solución, luego atravesamos por un proceso de incubación (de duración indefinida) en el que surgen ideas de forma aleatoria, no hay un orden necesario. Le sigue el momento Eureka o Ajá! (de «insight») en el que todo encaja en una idea o concepto,  y termina el proceso con la Aplicación de la solución.

 

 

Esta persona será capaz de descubrir soluciones culturalmente nuevas en su ámbito de trabajo porque en su personalidad ha integrado el proceso creativo natural.  Si ese proceso creativo no fue valorado en su infancia y no lo pudo integrar, puede que sea brillante, puede que tenga muchos conocimientos, y que sea brillante aplicándolos, pero difícilmente podrá crear algo nuevo. No se sentirá cómodo explorando más allá de lo conocido, y le faltará motivación para ello. No porque no pueda, o no sea creativo. Porque su potencial creativo está reprimido y sobre esa represión pesan los valores de lo que es socialmente correcto y aceptable. En sus pensamientos y sus acciones tenderá a evitará salirse de lo normalizado, por temor a hacer el ridículo, a sentirse juzgado, a sentirse rechazado por los demás o por sí mismo. Ya hace tiempo, mucho, que dejó de creer en él como persona creativa. «Eso no soy yo», puede que se diga a sí mismo. Sin recordar que ser creativo fue una vez lo más auténtico que había en su mundo. 

 

Sin motivación ni propósito interno no puede haber creatividad. Porque las personas creativas lo son desde un propósito intrínseco, no por refuerzos externos, crean desde un impulso autotélico, desde un amor por lo que hacen. Unos de los aspectos externos que sí pueden condicionar el pensamiento creativo y que fortalecen la motivación tienen que ver con la calidad de los estímulos que recibimos en las relaciones. También con la calidad de las relaciones, y con lo estructurantes que esas relaciones son. Por estructurantes quiero decir que son contenedoras, coherentes, presentes, estables, confiables etc.

 

 

¿Qué hace que uno deje de creer en su capacidad creativa?

 

Yo creo que esa interrupción del potencial de produce en las relaciones con los demás, especialmente cuando somos pequeños y especialmente en nuestras relaciones con los adultos, sobretodo aquellos que nos cuidan, de quienes dependemos y de quienes necesitamos amor incondicional. Generalmente esas personas son nuestros padres, o aquellos que cumplen esta función.

 

En las relaciones nos desarrollamos y nos convertimos en adultos. Sin relaciones, los humanos,  «morimos».  ¿Y qué ocurre en esas relaciones?  Pues que nos afectan e influyen sobre nosotros, sobre nuestro temperamento, y moldeamos nuestra personalidad en esas interacciones con los demás. En esa interacción parto de otro supuesto… Que hay 8 necesidades en las relaciones. Ahora las describiré. Cuando éstas 8 necesidads se satisfacen de forma sistemática y coherente la persona se siente segura en la relación, se siente querida y siente que tiene un espacio valioso en la relación y en el mundo. Entonces esa persona puede desarrollarse seguramente con confianza en sí misma, en sus recursos, en sus instintos,  y en su potencial creativo.

 

¿Cuáles son estas 8 necesidades o hambres en cualquier relación? Son hambres porque si no se satisfacen nos dejan un vacío muy grande que experimentamos en todo nuestro cuerpo. Si no se satisfacen esas necesidades, el dolor es vital, y tendemos a sustituir esas necesidades por otras que tapen ese dolor. Y desde ese momento nos relacionamos con los demás desde ese nuevo lugar, desde la «tapadera». Si estoy débil y necesito ayuda ya no la pido, ahora me hago el duro, el fuerte, yo puedo con todo. Si he hecho un trabajo bello y desearía que otros lo vieran y resonaran con él ya no lo enseño, o lo enseño casi pidiendo permiso y disculpándome por molestar. Si oigo música y mi cuerpo me pide bailar libremente ahora ya no bailo, me muevo de forma conservadora y tímida o ya no voy a lugares en los que pongan música, me aburren. Son soluciones en sí mismas creativas, pero se cuando se vuelven la única solución, mi necesidad de fondo sigue sin estar nunca satisfecha y me sigo sintiendo vacío. Sigo sin poder pedir ayuda cuando más la necesito, sigo sin creer que mis trabajos pueden gustar a otros, sigo sin saltar a bailar cuando la música activa mi cuerpo…

 

Las 8 necesidades relacionales fueron descritas por Richard Erskine, PhD, un reconocido psicólogo y psicoterapeuta norteamericano desarrollador de la Psicoterapia Integrativa Relacional.

      • 1) La necesidad de Seguridad
      • 2) La necesidad de Autodefinición
      • 3) La necesidad de Hacer Impacto
      • 4) La necesidad de Validación
      • 5) La necesidad de Mutualidad
      • 6) La necesidad de que el otro tome la Iniciativa
      • 7) La necesidad de un Guía
      • 8) La necesidad de Expresar Afecto

 

1) La necesidad de SEGURIDAD:

Necesitamos saber que una relación es un espacio seguro. Que el otro no me va a humillar ni me va a dañar física o psicológicamente. Si una relación es segura puedo confiar en que ser yo no va a molestar a nadie o nadie va a sufrir o nadie tendrá una reacción amenazante.

 

2) La necesidad de AUTODEFINICIÓN:

Necesitamos poder definirnos ante nuestros padres y el mundo. Necesitamos poder expresar lo que nos gusta y lo que no sabiendo que eso no va a ser ignorado, descalificado, o que vamos a ser avergonzados por ello. Que lo que yo expreso va a ser respondido desde un lugar de respeto y deseo de comprensión. Cuando nos podemos definir podemos integrar la expresión genuina de cómo nos sentimos, de lo que pensamos y de quienes somos.

 

3) La necesidad de HACER IMPACTO:

Necesitamos saber que en una relación vamos a poder tener influencia en las otras personas. Un niño necesita poder pedir a su padre que juegue con él y que esa petición haga impacto. Que su padre reaccione resonando con la petición de su hijo y se agache para jugar con él o ella. Y si no puede en ese momento, que le dé una respuesta que valide la petición, «¿me doy cuenta de las ganas que tienes de jugar conmigo! Qué bien porque yo también. Ahora estoy terminando una tarea y si te parece, en diez minutos podré jugar contigo». La petición hace impacto y el niño seguirá confiando en la relación con su padre, en la que hay espacio para pedir. Satisfacer la necesidad de Hacer impacto en los niños también significa que tu hijo te muestre un dibujo que ha hecho y te dejes impactar por ello sin juzgarle a él ni positiva ni negativamente. «Uau! ¡Qué dibujo has hecho! ¡Me encanta!¿Cómo lo has hecho? ¡Veo el esfuerzo que has puesto! ¡Imagino que estarás orgulloso!».  Es distinto a decirle «Es el mejor dibujo que he visto nunca, eres un genio, eres el que mejor dibuja de tu clase…», o decirle «Está bien, pero podrías haber dibujado un Sol, está un poco vacío, se puede mejorar…». El niño que puede hacer impacto sabe puede modificar el comportamiento de los demás con su influencia. No es manipular, es hacer confiar en que puede shacer impacto.

 

4) La necesidad de VALIDACIÓN:

Necesitamos que nuestra experiencia tenga valor en este mundo. Que lo que sentimos, pensamos y hacemos es «normal», que tiene un sentido, una razón de ser. Necesitamos sentirnos validados por lo que somos, aunque otros no lo entiendan, aunque tu sientas que tu dolor es exagerado. ¡Habrá un motivo importante para que lo sientas con tanta intensidad!. Lo que sientes es importante y tiene valor, está contando algo. Es una necesidad que a veces cuesta satisfacer entre los padres con sus hijos adolescentes, cuando no entendemos porque hacen lo que hacen.

 

5) La necesidad de MUTUALIDAD:

Es la necesidad de tener experiencias compartidas. Necesitamos saber que lo que a mí me pasa también le pasa a otros. Cuando alguien te dice, «A mí también me pasó eso mismo, ¡es horrible!». Necesitamos saber que no somos raros. Si lo que a mi me pasa no le pasa a nadie más, es muy solitario.

 

6) La necesidad de que EL OTRO TOME LA INICIATIVA:

Necesitamos que los demás emprendan la acción de acercarse a nosotros. Necesitamos saber que soy querido, que se acuerdan de mí aunque yo no me acerque a los demás. Cuántas veces uno piensa que si mi amigo no me llama yo no le llamaré. Quizás tu amigo necesita que tomes la iniciativa. Cuando tomas la iniciativa el otro puede sentir tu amor sin condiciones. A aquellas personas para quienes nadie nunca tomó la iniciativa les puede resultar difícil aceptar que alguien tome la iniciativa hoy con ellos. No se lo creen. Esa necesidad se activa en ellos, porque es una necesidad, un hambre biológica, pero no se creen que te acuerdas y tomas la iniciativa para ellos de verdad. Tenderán a pensar que te acuerdas de ellos porque quieres algo de ellos, o porque te sientes solo, pero no porque de verdad les quieras.

 

7) La necesidad de un GUÍA:

Necesitamos en ocasiones a alguien que nos enseñe «cómo hay que hacer las cosas en esta vida», sobretodo cuando somos niños. Una persona fuerte y estable, en quien apoyarse, de quien sacar fuerza y motivación. Cuando esta necesidad no fue cubierta consistentemente en la infancia, porque no había alguien fuerte de quien sacar fuerza para vivir puede que de mayor esta persona se sienta muy sola y con poca fuerza vital real.

 

8)  La necesidad de EXPRESAR AFECTO:

Todos necesitamos poder expresar nuestro afecto a otros y saber que será bien recibido. Es muy frustrante regalar palabras bonitas a alguien por su buen trabajo y que la respuesta sea «anda, no hay para tanto»: Es frustrante decirle a alguien que le quieres y que su respuesta sean unas palmaditas que minimizan el valor de lo que has expresado.

 

 

La satisfacción de estas 8 necesidades no es algo cuantificable, es un proceso cualitativo interconectado, que se da en las relaciones. En las relaciones podemos desarrollar nuestro potencial.

 

Para satisfacer esas necesidades en el otro y en uno mismo necesitamos entrenar la «sintonía», el «contacto» con el otro y con nuestras propias emociones, sensaciones y pensamientos. Contacto significa consciencia. Tener consciencia de mis necesidades y de las necesidades del otro. A veces atiendo a las necesidades del otro, a veces tengo que atender las mías (¡cuando tengo que ir al baño!). Si vivo muy disociado de lo que me pasa a mí será más difícil ser sensible a las necesidades de los otros y pensaré que todos tienen que pensar como yo. Y por el contrario, si vivo demasiado pendiente de las necesidades de los demás y me olvido de las mías puede resultar muy difícil saber qué quiero yo en mi vida, y viviré muy dependiente de los demás y de sus decisiones.

 

Unos padres sintonizados con sus propias necesidades y con las necesidades presentes en cada momento de sus hijos son más capaces de nutrir y buscar formas sanas  -en la relación- de satisfacer ambas.

 

En mi experiencia, cuando una persona siente que todas sus necesidades son atendidas y tenidas en cuenta ésta se siente inmediatamente más valiosa, más capaz, más viva, más conectada a sí misma… siente que existe en el mundo, que hay un espacio para ella. Se siente más creativa.

 

Quizás te preguntes, «¿Y qué ocurre con personas o artistas traumatizados por sus relaciones?». En muchos casos, la ausencia de relaciones suficientemente buenas ha hecho que la propia persona encuentre fuerza para proteger su sentido del Yo con una actitud creativa. Si nadie me entiende yo voy a cuidar de mí mismo. Cuida de su creatividad, sumida en una gran soledad e incomprensión. ¿Esa misma persona, no crees, que habiendo crecido en relaciones más sintónicas sería posiblemente igual de creativa, aunque creativa con otros colores, otra energía, tomando otras decisiones, inventando otras cosas con finalidades diferentes?. Por el contrario, hay personas que no encuentran esa fuerza para proteger su creatividad, y eligen aceptar las creencias, pensamientos, respuestas pre-fabricadas en la cultura para manejar las dificultades de la vida. Renuncia a su poder creativo. Toman prestado las herramientas que ya existen. Tienen un martillo y lo utilizarán para clavar clavos y un cuchillo para pelar naranjas. Cualquier otra opción no la van a imaginar.

 

Pienso que nunca es tarde para mirar hacia adentro y reconectar con esa fuerza innata, ese motor creativo en tí. Hará falta desandar lo andado, aprender a ver de nuevo (a tí mismo y a lo que te rodea), sin significados preconcebidos. Yo creo que no es tarde, que puedes aprender a mirarte sin todo lo que sabes de tí, o a pesar de ello. Es lo que yo creo, es un supuesto, una creencia mía, y puedes rechazarlo. Hablo por mí, porque yo lo he vivido personalmente y ahora sé que hay muchas formas de resolver los problemas que requieren respuestas distintas. Incluidos los problemas en las relaciones se pueden reparar cuando mantienes una actitud creativa, compasiva, curiosa y abierta a la experiencia.

 

¡Yo creo que tú eres una persona creativa! No hace falta ser un artista o un científico. Creo que tu eres una persona creativa, capaz de encontrar soluciones nuevas y diferentes a lo que has esperado siempre de tí, para tus retos vitales.  Me gusta imaginarme contribuyendo a construir un mundo en el que las necesidades básicas en las relaciones se satisfacen de forma mútua, y convertir este mundo en un lugar más amable y compasivo en el que todos podamos sentirnos muy creativos y capaces.